¡Oh, cuán feliz quien junto a ti suspira!
quien de la dicha de escucharte goza,
quien de tus labios la sonrisa obtiene
¡a un dios iguala!
Siento al mirarte que una dulce llama
arde en mis venas y en mi cuerpo todo.
y en los transportes de mi alma quedo
sin voz ni lengua...
Nubes confusas mis pupilas cubre,
cesa mi aliento, mis oídos zumban,
y trastornada, palpitante, ciega,
¡tiemblo y me muero...!
Fuente: unlp.edu
Comentarios
Publicar un comentario