Noticias de Acuarimántima |Fáver Páez|


"En una reciente revisión  —por la vía detestable para algunos de las enciclopedias—  me topé una vez mas, con la presencia del inevitable poeta colombiano Porfirio Barba Jacob. Y como sucede que hace un tiempo escribí la persistente opinión que sobre él tengo, vuelvo a publicarla ahora, con mas aire de celebración que de rechazo"

-Fáver Páez


Hoy está de cumpleaños Porfirio Barba Jacob, el hombre que parecía un caballo. Los caballos no cantan, pero éste que nos mostrara Rafael Arévalo Martínez, lleva ya su tiempo cantando por los siempre verdes pastizales de la poesía.


Cambió de nombre muchas veces, no sabemos si por fragilidad identitaria, o porque era uno y diverso, muchas almas y muchas voces en un mismo cuerpo, como los verdaderos poetas. Al final se oficializó con un nombre de ejemplares resonancias bíblicas, que recuerda sufrimientos y paciencia, y también fe y esperanza. Pero de santo, como todos conciben a los que rechazan el pecado y los goces profanos, no tuvo nada.


Arrastró sus deseos y sus pasiones y la maravilla de su palabra poética, por un mundo que no admitía que alguien lo viviera tan audazmente, ardiendo al viento como una loca hoguera.


Su poesía y su vida se acordaron para lograr poemas cuyos versos estremecen, golpean y acarician, como escritos a dos manos: una de Dios y la otra del Demonio. Poeta maldito, para aquellos que no pueden soportar su descarado decirse sin fronteras; poeta anacrónico y facilón, para aquellos gustadores de la moda del día, tejedores de imágenes y metáforas, en un vano ejercicio celebrado por quienes nunca auscultaron, como lo hiciera Darío, “el corazón de la noche”.


Por mi parte, siempre vuelvo a este impenitente señor de la trashumancia, para oírlo decir, una vez más, entre dolido y alegre, que él fue tan solo una llama al viento, y el viento la apagó.




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