ROMANCE DE NAVIDAD | ISRAEL PEÑA |


 

 
   
  Diciembre, barbas de frío 
sobre la veste del campo,
 curvo cinturón de cerros
 y zapatillas de prado;
 aliento, fronda de sueño;
 el bordón torre de radio; 
el corazón luna muerta
 y el gorro nubarrón alto.

              San Nicolás, flor de siglos, 
pisa en el adiós del año. 
En una alforja de niebla
 tesoros del cielo trajo:
 hojitas de medialuna, 
ramitos del árbol santo.
 collares de luz de sol 
y luceros de durazno.

            El Niño viene al galope 
en su caballo de palo,
 el polvo de las estrellas
 limba sus huellas de raso.

-¡Niño Jesús, flor de luna 
-San Nicolás, viejo santo! 
-¡Cómo deslumbran tus ojos!
 -¡Cómo te pesan los años! 
De vagar por el invierno
 mi pelo se ha vuelto blanco.

-De dormir sobre las nubes
mis ojos se han vuelto astros.
 En cada viaje se me hace 
este camino más largo. 
A mí se me hace más corto 
cuando camino a tu lado:
 ya piso la dura tierra.
 -Ya suena la voz del campo. 
-Los niños están durmiendo 
con los ojos entornados;
 sueñan contigo, mi Niño.
 -Y contigo, viejo santo.

Se extendían en la brisa
 las corales de los gallos.

-Esta noche es Nochebuena. 
Las madres velan cantando. 
En las afueras la sombra 
tiembla en un limbo dorado.

San Nicolás y el Niño
 rompen la flor de un naranjo
 y surge un jardín de nieblas
 que les envuelve los pasos.

                  -Y esta noche es Nochebuena.
 los niños dicen soñando.





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