Este sábado 15 de enero, tiene lugar en Venezuela la celebración del Día del Maestro y ello constituye un hermoso motivo para recordar la figura de Luis Beltrán Prieto Figueroa, protagonista de importantes procesos políticos, culturales y magisteriales de la historia contemporánea venezolana. La personalidad de Luis Beltrán Prieto Figueroa representa en nuestro país una poco común combinación: aquella del político con intelectual, incluyendo la aun mas rara de político y poeta. Por tal razón mostramos aquí estas breves pero sentidas piezas de su quehacer intelectual y espiritual.
UNA AMOROSA GUIA ( De: La Magia de los Libros)
Recuerdo con efusión los días de la prepubertad. Certera en el timón, como un gran timonel, dirigía mis lecturas iniciales mi tía Juanita, una hermana de mi madre. Alta y enjuta, los anteojos sobre la frente, después de la me- rienda, bajo un frondoso árbol del patio o a la sombra de una enramada de palmas de coco, nos sentábamos mis hermanas, las hijas de mi tía, otras sobrinas de ésta y yo, nueve en total, para escuchar la diaria lectura. No era muy amplia la selección que podía hacer mi tía. Entre los esos novelones que distribuía la casa Mauci, los que publicaban Calleja, Sopena y otras. editoriales españolas y francesas, como Garnier Hermanos y la Viuda de Ch. Bouret, ella, con tino delicado, encontraba siempre lo que pudiera interesarnos. Era una excelente lectora. Sin una gran cultura, poseía esa fina intuición de los grandes maestros, no obstante que nunca ejerció como tal, a no ser con estas iniciaciones en la lectura para sus hijos y sobrinos.
¿Qué cosas nos leía? -Cuentos, algunos excelentes., novelas de aventuras, muchas de la picaresca española, las de Cervantes entre ellas; las novelas policiales..., "Sherlock Holmes", de Conan Doyle; "Los Miserables", "Nuestra Señora de París", de Victor Hugo; algunas obras de Alejandro Dumas, padre, pero también versos de los poetas de Venezuela, de España y de América. Algunas veces recitaba de memoria largos trozos de poemas, entre ellos de Andrés Bello, José Antonio Maitín, Abigail Lozano, Pérez Bonalde, Julio Calcaño, Tomás Ignacio Potentini, venezolanos, y de otros americanos, de Darío, Julio Flores, José Asunción Silva, Guillermo Valencia, Ismael Enrique Arciniegas, Amado Nervo, Díaz Mirón, Juan de Dios Peza, Luis G. Urbina, José Santos Chocano, entre muchos más, o de Espronceda y otros poetas españoles. Sus predilecciones, alimentadas por la gran revista venezolana "El Cojo Ilustrado", de la cual conservaba numerosos ejemplares, estaban entre los románticos y los modernistas, acaso sin saberlo. Sin embargo, no era muy amplio su repertorio. Su formación elementalísima, la carencia de bibliotecas y librerías, limitaban en forma desconsiderada su acopio de lecturas. Pero todo lo suplía con gran talento. En las revistas y periódicos que recibían un hermano y un cuñado suyos, y que llegaban a nuestro pueblo en gruesos paquetes cada quince o más días, ella seleccionaba con cuidado, en las páginas literarias, las cosas que nos podían interesar. Suspendía la lectura para explicar o aclarar, para complementar. Los dieciocho ojos que formaban cerco a su alrededor estaban pendientes de sus labios; la lectura fluía armoniosa y nosotros oíamos con deleite. A ella atribuyo mi gran vocación de lector, y el haberme librado de la literatura truculenta, que no forma parte de mis predilecciones. Han pasado muchos años desde aquellos días de iniciación y aún persiste en mí la actitud de escuchar para aprender, con mayor atención que cuando leo. A ella se lo debo. Los estímulos que me brindó aún perduran y han guiado mi afecto por los libros. Después, ya no pudo seguirnos. Su cultura estuvo por debajo de la de varios de los miembros de su pequeño auditorio, pero en el fondo de ese edificio estaba presente su es fuerzo inicial. Los cimientos habían sido puestos con material duradero.
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