A CRISTO | J.T.ARREAZA CALATRAVA |



¡Has triunfado! En el ritmo convulso de mi pecho,
en el fulgor de muerte de mi meditación,
estás tú. Es el árbol de tu suplicio el lecho
donde mi alma goza tan dulce comunión.

El ensueño vicioso y el placer satisfecho,
exaltan como lenguas de llama mi oración.
¡Ay! Este fauno herido mira siempre, en acecho
de caridad, tus ojos de consuelo y perdón...

¡Ay! ¡Tú siempre me salvas, y yo nunca escarmiento!
Culpa es del hastío, del loco pensamiento,
y del Arte, y de tanta bella y maligna flor...

No soy un San Francisco, mas tampoco un malvado.
Si yo fuera un malvado, en mitad del pecado
no te sintiera ¡oh dulce Cristo de mi dolor!



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