BHEN PANDIRA |JUAN SANTAELLA |



Bhen Pandira pasó por el collado
cuando el atardecer.
                                                  El veraniego
esplendor disolvióse en dulce riego
de blonda luz, sobre el trigal dorado.

Lo vieron de la orilla del sembrado,
con respetuoso y cándido sosiego,
las tórtolas, los niños del labriego
y el corderito de vellón nevado.

El penitente en cruz salió al camino,
besó las vestiduras del rabino,
cayó a sus pies: -Señor, cura mi vida

bajo el amor de tu mirada buena,
y dijo el dios:
                                          -¡Vivir es una herida
que sana con amor la herida ajena!



Imagen de: Fabuladores del Color. Mariano Díaz



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