Pasó por la vida y la historia como un aluvión de imágenes. Y también como una espada que solo decapitó mentiras. Y como un revolver que resonó asfixiándose entre los ríos y las selvas. Y también como un puñetazo en la pared asustada de una estancia en París.
Fue altisonante y asi habrá que recordarlo, y desde muy joven cargó con el aura de la fascinación, apoyado siempre en su bastón de elegancia arisca.
Escribió en abundancia desde versos, novelas y cuentos hasta ensayos históricos y artículos panfletarios. Sus diarios son un testimonio único de vida, pasión, desparpajo y valiente sinceridad.
Por todas estas cosas y otras muchas mas hacemos nuestra la consideración de Ángel Rama cuando escribe que Rufino Blanco Fonbona es nuestro "estricto contemporáneo".
Y como trotamundos que era fue a morirse bien lejos de su patria.
Al final, cuando nos acercamos a sus versos descubrimos que el gozar poético y el sufrir poético son dos sucesos que ocurren corazón adentro.
Aquí les dejamos esta pequeña muestra de su poesía y su narrativa, para celebrarle con motivo de su nacimiento, ocurrido el 17 de junio de 1874.
POEMAS
LA VIDA
I
Leo en mi libro. Es ya la media noche.Las trenzas de mi amadason un chorro de libras esterlinas.Y surge su cabeza de las blancascoberturas del lechocomo el dibujo de un pintor de hadas.Me dicen: "es un perro"; o bien: "te adora".Hoy nos hemos reído a carcajadas.Los amigos me envidianmi casita, mi ocio, la muchacha,mi juventud y la sonrisa eterna...Mi sonrisa es mi fuerza y es mi máscara.Soy muy feliz. ¡Y bien! Esto es horrible.Suspiro por mis noches angustiadas,por mi cruel desolación de huérfano,por mis horas de lágrimas.¿A qué vencí? ¿Por qué librar las rudas,las tremendas batallas,por la vida y el éxito y el nombre?¿Para qué la ascensión de las montañas?La hermosa abre los ojos. Me sonríe.-Vén, me dicen su voz y sus miradas;y luego, pobrecita, me pregunta:-¿En qué piensas?
-En nada.
II
Sentado a mi balcón miro las nubeserrantes. Caravanasde sueños y ambicionespor mi cerebro pasan.Mi querida se acerca, y dulcementeapóyase en mi espalda.Su cabellera se impregnó en el bañode un olor de campiña. Me dan ganasde beber leche, de domar un potro,de atravesar un río... Nuestra charlase inicia con un beso. Ella confíaen mis puños. Hablamos del mañana.¡Cómo es hermoso el gesto del que lucha!Y el lauro del que triunfa, ¡cómo ata!Si esta noche, de súbito,a mí viniera un haday me dijese :
-Escúchame, poeta ;
traigo para tus sienes esta ramade florido laurel; traigo esta púrpurapara ceñir de púrpura tu espalda ;para tu bolsa un vellocino de oroy esta rubia gentil para tu cama;
al hada bienhechora
le daría las gracias,
y a trueque de esos dones
le pediría:
-Hada,
ponme en el brazo músculos,y ambición en el alma.
EXPLICACIÓN
No busques, poeta, collares de rimas
en casas de orfebre. Cinceles y limasrepujan ni nieblan los cantos mejores:los cantos mejores son nuestros amores,son nuestros amores y nuestros dolores;las dulces quimeras, los casos de angustia,idilio que enflora, pasión que se mustia;visiones de encantoal vuelo de un tren,y cosas de llantoy cosas de bien.
El mejor poema es el de la vida:
de un piano, en la noche, la nota perdida;la estela de un barco; la ruta de floresque lleva a ciudades ignotas; dolorespueriles; mañanas de riñas; saborde besos no dados, y amor sin amor.
¡Qué alegre es la casa del titiritero!
La casa que pasa por todo senderoy exhibe a los bordes de tantos poblachossus damas, sus hércules y sus mamarrachos!
¿Qué libre es la vida de todo bohemio,
poetas, gitanos? Por único premiode su rebeldía y su libertadlos saluda el cielo de cada ciudad;y son sus amigos las cosas viajeras;las brisas, las nubes y las primaveras.
Adoro la gente que adora la errante
vida. La bohemia libre y trashumante.Seguí sus pendones, eché a caminar,y en burgos y villas me puse a cantar.
¡Oh, amores y rutas y alarmas! ¡Oh, acciones!
Bardo, la poesía no está en las canciones.
CORAZÓN ADENTRO
Llamé a mi corazón. Nadie repuso.
Nadie adentro. ¡Qué trance tan amargo!El bosque era profuso,negra la noche y el camino largo.
Llamé, llamé. Ninguno respondía.
Y el murado castillo, taciturno,único albergue en el horror nocturno,era mi corazón. ¡Y no me abría!
¡Iba tan fatigado! ¡Casi muerto,
rendido por la áspera subida,por el hostil desiertoy las fuentes saladas de la vida!
Al sol de fuego y pulmonar garúa
ya me atería o transpiraba a chorros;empurpuré las piedras y los cardos;y, a encuentro por segundos topé zorros,búhos, cerdos, panteras y leopardos.
Y en un prado inocente: malabares,
anémonas, begonias y diamelasvi dos chatas cabezas triangularesderribar muchas ágiles gacelas.¡Qué hórrido viaje y bosque tan ceñudo!La noche, negra; mi cabeza, loca;mis pies, cansados; el castillo, mudo,y yo, toca que toca.
¡Por fin se abrió una puerta!
Todo era sombra aquella casa muerta.Tres viejecitos de cabello canoy pardas vestiduras de estameñame recibieron: -adelante, hermano-.Parecidos los tres. La blanca greñanevaba sobre el hombro a cada anciano.
Al fondo, en una esquina,
luchaba con la sombra un reverberode lumbre vacilante y mortecina.-Somos felices-dijo el uno. El otro:--Resignados. -Aquí dijo el tercero-,sin amigos, sin amos y sin émulos,esperamos el tránsito postrero.
Eran recuerdos los ancianos trémulos.
-No es posible, pensaba. ¿Es cuanto queda
de este palacio que vivieron hadas?¿Dónde está la magnífica arboleda,en dónde las cascadas,los altos miradores,las salas deslumbrantesy las bellas queridas suspirantesmuriéndose de amores?
Y me lancé a los negros corredores.
Llegué a las cuatro conocidas puertas
por nadie nunca abiertas.
Entré al rojo recinto: una fontana
de sangre siempre vivida y ardientecorría de la noche a la mañanay de mañana a noche, eternamente.
Yo había hecho brotar aquella fuente.
Entré al recinto gris donde surtía
otra fontana en quejumbroso canto:¡el canto de las lágrimas! Yo habíahecho verter tan generoso llanto.
Entré al recinto gualda; siete luces,
siete cruces de llama fulgecían,y los Siete Pecados se moriancrucificados en las siete cruces.
Y a Psiquis alas nuevas le nacían.
-Rememoré las voces del Misterio:--Cuando sea tu almade las Desilusiones el imperio;cuando el sufrir tus lágrimas agote;cuando inmisericorde su cauteriote aplique el Mundo, y el Dolor te azote,puedes salvar la puerta tentadora,la puerta blanca, la Thulé postrera...-Entonces, dije, es hora.
Y entré con paso firme y alma entera.
Quedé atónito. Hallábame en un campode nieve, de impoluta perspectiva;cada llanura, un ampo;cada montaña, un irisado bloque;cada picacho, una blancura viva.Y de la luz al toqueeran los farallones albicantes,chorreras de diamantes.-¿En dónde estoy? -me dije tremulento...y un soplo de dulzuras teologalestrajo a mi oído regalado acento:-Estás lejos de aquellos arenalesardientes, donde surgen tus pasionesy te devoran como cien chacales.Lejos de las extrañas agresiones,a estas cimas no alcanzani el ojo inquisidor de la asechanzani el florido puñal de las traiciones.Son ignorado asiloal tigre humano y a la humana hiena;a los pérfidos cantos de sirenay al aleve llorar del cocodrilo.Llegas a tierra incógnita;a tierra de simbólicas alburas,todo misterio y calma.Estás en las serenas, en las purase ignoradas regiones de tu alma...
Y me quedé mirando las alturas.
Cuento
Era el diablo, eso si: desplumaba vivos a los pájaros, quebraba el rabo a las vacas, robaba los huevos de las gallinas, untaba de bosta, y aún de zulla, los cuchitriles de los peones, improvisaba un galerón contra el lucero del alba. Los amos lo toleraban porque lo explotaban.
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