FERNANDO PAZ CASTILLO: PORQUE DEL OTRO LADO DEL TIEMPO LA POESÍA ATRAVIESA EL MURO.

 

Wikipedia

Wikipedia


SERENIDAD

Un pino de brisa
suavemente dormido por el canto del río.

Serenidad de agua aprisionada:
En el verdor de las orillas
y entre la luz fugaz de la hora,
el agua también tiene algo de brisa
y de hoja.

El pensamiento sueña
--no duele ni ríe--
en la dulzura irreal del paisaje.

Armoniosas figuras paralelas
definen, con la sombra, sin profundidad
el prolongado silencio de los árboles.

El pensamiento viaja
entre la quietud del monte cercano,
azul, verde y oro,
y la movilidad del agua.
entre la realidad de lo persistente
y la realidad de lo fugaz,
entre la roca que destroza el agua
y el viento,
entre lo que permanece y lo que huye,
entre el alma,
débil corriente melodiosa
y Dios, perennidad de lo fugitivo
y fluir de la eternidad.

El río tiene susurrar de hojas
y el pino murmurar de río
bajo el ritmo cansado de la hora.

Sobre la copa de los árboles
la noche comienza a devanar estrellas, 
y el pino ligero
se llena de una sombra,
tan profunda que parece nacer entre las hojas.

Crece silboso con el viento; 
diríase una flauta lejana 
entre reminiscencias
de otros paisajes; 
diríase una melodía 
que hace parpadear los luceros;
diríase una llama negra
sobre la cinta acerada del río
inconstante y perenne.

El pensamiento viaja,
sin angustia, 
por el espacio simple
como el agua, aprisionada entre verdes nocturnos,
y siente que el paisaje,
el alma y la tierra,
tienen el áspero olor
de la muerte y de las hierbas.

La noche es como un espeso muro,
tierra o hiedra,
que aprisiona
el espacio y las almas.

El árbol de brisa,
ágil, rítmico, sonoro,
se refleja en el río,
como en el río de Dios el pensamiento vigilante.

Entonces el pino es una idea estática
el pensamiento una sombra estática
y comienza a deshojarse el recuerdo...


            ----



EL MURO

FRAGMENTOS

                    Beauty is truth, truth beauty, that is all
                    Ye know on earth, and all ye need to know

                                                                      John Keats


I

Un muro en la tarde,
y en la hora
una línea blanca, indefinida
sobre el campo verde
y bajo el cielo.

II

Un pájaro --en hoja y viento--
ha puesto su canción más bella
sobre el muro.

III

Enlutado de su propia existencia
--detenida entre su breve sombra
y su destino--
un zamuro, bello por la distancia y por el vuelo,
infunde angustia en el alma profeta:
una fría angustia, cuando
certero, como vencida flecha
--oscura flecha que aún conserva su impulso inicial--
cae tras el muro.

IV

La vida es una constante
y hermosa destrucción:
vivir es hacer daño.

VI

Acaso tras el muro,
tan alto al deseo como pequeño a la esperanza,
no exista más que lo ya visto en el camino
junto a la vida y a la muerte,
la tregua y el dolor
y la sombra de Dios indiferente.

XI

Porque no hay muerte sino vida
del lado allá del canto, del lado allá del vuelo,
del lada allá del tiempo.

XIII

El muro de la tarde --atardecido en nuestra tarde--,
apenas una línea blanca junto al campo
y junto al cielo.
Misteriosa cruz que sólo muestra
su brazo horizontal.
Unida, por la oscura raíz, 
a la tierra misma de su origen confuso;
y al cielo de la fuga
por el canto y el ala;
la noche impasible del zamuro
y el camino de oro del canario
hacia el ocaso.

XV
Sólo sé que hay un muro,
bello en su callada soledad de cielo y tiempo:
Y todo, junto a él, es un milagro.

XVI

Sólo temo en la tarde --en mi tarde-- de oro
por el sol que agoniza; y por algo, que no es sol,
que también agoniza en mi conciencia,
desamparada a veces
¡y a veces confundida de sorpresas!  
Sólo temo haber visto algo:
¡lo mismo!
el campo, el césped;
la misma rosa sensual que recuerda unos labios
y el mismo lirio exangüe 
que vigila la muerte.

XVII

Y sólo siento frente a Dios y su Destino,
haber pasado alguna vez el muro
y su callada espesa sombra,
del lado allá del tiempo.





  



 


Del poemario: El otro lado del Tiempo 


Comentarios